Sincera

Estoy feliz, tan feliz. Hace tiempo que no estaba así de feliz. Pero ya es una felicidad muy exagerada, estoy como drogada. Estoy alterada e inquieta, pero sin dejar de sonreír. Lo más sospechoso es que no tengo una buena razón para estar feliz, en realidad no tengo razón alguna, ni buena, ni no tan buena. Es terrible. Tendría que estar un poco triste, sin embargo siento que vuelo, siento que soy una mariposa gigante y multicolor volando entre unos bananos que no florecieron todavía (estoy divagando, no hace falta estar tranquilo para darse cuenta). La música, la música me hace sentir tan plena, la música correcta vinculada con la persona correcta hace maravillas, se siente como una cucharada de chocolate con almendras (las almendras dulces y crocantes). Y no me importa nada, y no me siento real, no me siento yo, no sería capaz de hacer lo que hice. Ahora que lo pienso bien, sí, fui yo, lo dije (si supieran la gran pelotudez que dije se estarían riendo de lo idiota que soy) y ahora me siento bien, me siente excelentemente bien, me siento increíble. Justo esto necesitaba, esta liberación magnífica; justo esto necesitaba en una semana como esta, en una semana tan triste y aburrida, en un semana que no aproveché, en esta semana que viví como un maldito ente, en esta semana absurda no podía faltar ese comentario absurdo, esa conversación absurda que me hace vibrar, que me causa esta felicidad casi inigualable. Y todavía no puedo creer cómo un idiota que me hizo sufrir tanto me puede causar tanta felicidad sin siquiera darme algo a cambio, sin siquiera decirme algo interesante, sin siquiera darme la razón, sin siquiera contradecirme, sin siquiera decirme más que un par de oraciones, oraciones taradas, que prácticamente carecen de sentido.