Acomodé mi espalda en el respaldo de un sillón, mi culo sobre mullidos almohadones, puse mis pies a descansar sobre una silla y con una llave en la mano izquierda esperé. Me quedé dormida. La llave cayó al piso y con el ruido me desperté. El experimento funcionó tal como esperaba y ahora me espera toda una tarde con el cerebro descansado.(Cualquier semejanza con lo que hacía Dalí para dormir la siesta no es coincidencia ni azar simple o sistemático)