viernes, 12 de junio de 2009
Devil in her heart.
Divino mi día de hoy. Empezó de la peor manera. Viene papá y me despierta a las 6.30 de la mañana, como todos los días, pero esta vez no me podía levantar. Me sentía como la mierda, no me podía mover del dolor de cabeza y la garganta no me daba más. Gracias a Dios tengo el papá más genial del mundo, me dijo que faltara. Dormí hasta las 10 de la mañana y cuando me desperté me sentía diez puntos (gracias IBU400, siempre salvando mi vida). El único problema es que cuando me levanto por segunda vez noto que mi padre tiene un parche enorme en el ojo izquierdo, preocupante. En ese momento hice el típico gestito de Scooby Doo cuando está el monstruo y no se da cuenta.. lo miro, sigo en la mía, reacciono y lo vuelvo a mirar desesperada. ¿¡Qué te pasó!?. El tema es que en el trabajo se metió una rama en el ojo, ¡genial!. Aunque la verdad, una vez que supe que estaba todo bien me reí mucho y al mismo tiempo me preocupé: tenía todo un fin de semana armado divinamente, pero mi viejo con un ojo menos no me iba a poder ir a buscar ni llevar a ningún lado, pequeño detalle, pero bueno, parece que si Dios quiere (es una forma de decir, no creo en Dios) mañana ya le sacan el parche. Ni bien lo ví me acordé de "Nestor Kirchner", el de Gran Cuñado, lo imaginé a mi viejo con un ojo dibujado en la venda, moviendo el ojo sano de un lado para otro, y no pude evitar reírme. ¿Papá, estás nervioso?. Después de un rato de reírme le pregunté si le podía dibujar un ojo, pero me dijo que no, claro, tiene que ir al médico después. Aunque con mamá nos imaginamos la situación: el médico se mataría de la risa y sería una anécdota que contaría por el resto de su vida, pero claro, papá no es muy jodón. Si ese problema lo hubiese tenido mamá o yo, olvidate, al segundo de tener la venda ¡nos dibujábamos el ojo!. Bueno, vuelvo al tema porque me desvié bastante. Llega la hora de ir a buscar a mi hermanito al cole, papá con el ojo así no podía ir y mamá me pidió que la acompañe. Yo le dije que sí, muy gustosa. El tema fue cuando subimos al auto de papá, que va un poquitín más rápido que el de mamá se podría decir, e iba viajando con mi mamá toda suicida a altas velocidades. Por suerte llegué viva a casa. ¡Ah! se me acaba de ocurrir una idea genial...cuando papá duerma le dibujo un ojo en la venda, eso sería terriblemente divertido. Retomando, tenía educación física, hacía dos clases que no iba, todas justificadas, pero Silvia es media conchuda, así que mejor voy, no me siento del todo bien, tampoco me siento del todo mal. ¡Uh! cierto que hoy empezamos con hockey, bueno, llevo el palo viejo que era de mi hermano porque no encuentro el mío. Llego, juguemos Sol entre nosotras, porque la verdad hace años que no juego, practiquemos un touch. "En cualquier momento se me parte el palo, jajaj está viejísimo"...soy una chica muy perceptiva, medio clarividente, digo medio porque no soy del todo, yo no soy la que rompería mi palo, pero sí, al fin y al cabo iba a terminar partido. El tema es que jugamos un rato y me fui adentro a darle el certificado de por qué falte la clase pasada a la profesora, y le presté mi palo mientras tanto a un piba de tercero, que no sé qué mierda hacía en nuestra clase de gimnasia. Vuelvo a ir afuera y me encuentro a mi palo tirado en el medio de la "cancha", partido. Genial, lo único que me falta, que venga un pendeja pelotuda, me pida el palo, yo con toda la buena onda se lo preste, y la conchuda me lo rompa (hasta ahí todo bien), se haga la pelotuda como la mejor y me lo deje tirado en el medio del pasto, como si yo no fuera a darme cuenta que fue ella la que lo rompió, porque fue a ella a quien se lo presté (qué chica tarada). Eso terminó de rematar mi día, mi fabuloso día, caminando por ahí con un palo roto a la mitad como una pelotuda, ni siquiera lo pude terminar de romper yo. Lo peor es que ese palo tenía muchísimo valor sentimental, me acuerdo que con mi querido hermano jugabamos al baseball con ese palo de hockey, el me tiraba una naranja y yo la tenía que batear, o en su defecto una ciruela...por eso la marcada deformación del palo. Es una cosa que nunca voy a entender, ¿qué le costaba a la hija de mil putas decirme: che perro, te rompí el palo, disculpá? ¿Qué le iba a decir yo, "Comprame otro palo"? ¡no!. Qué pendeja de mierda. Bueno, la dejo ahí porque me caliento de nuevo y me dan ganas de golpearla, no por el palo, que estaba viejo y podrido, por la actitud de pendeja de 10 años, dale nena, tenés 17 o 18 años.
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