miércoles, 9 de septiembre de 2009

Napolitana

La revolución de las pizzas me está volviendo loca. No quiero pensar en los tomates, y mucho menos en aceitunas. Y la masa, la masa cada vez más gruesa, y a mí me gusta finita y crocante, como a la piedra. Pero ellas no quieren, no se dejan comer. Las pizzas se escapan y se creen que pueden llegar a ser alguien. No se dan cuenta de que no pueden ir muy lejos. Pero sí se dieron cuanta de qué forma pueden lograr que no las coma. Ahora son gordas, mucha salsa, poco queso. Poco morrón. Ahora están llenas de aceitunas con carozo, aceitunas por todos lados. No conviene que piensen, es mejor poder manejarlas a gusto, poder salarlas a gusto. Pero la revolución es la revolución, ahora piensan, ya está, no puedo hacer nada. Tendría que empezar a comer otras cosas.

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