Matias Berardi, el pibe que secuestraron y fusilaron no era amigo mío, pero tal vez lo conocí en alguna fiesta o en la calle, era amigo de mis amigos.
Que te toque tan de cerca te hace caer en la realidad, te hace doler, te da bronca e impotencia.
Yo no aguanto más, pero no puedo hacer nada. No puedo meter en cana a nadie, no puedo votar, no puedo averiguar dónde están los dos hijos de puta que están prófugos, no puedo rezar, no puedo consolar, no puedo hacer nada. Y eso es una de las cosas que más bronca me da.
Esto no puede seguir así, loco. ALGUIEN tiene que hacer algo.
¿Qué pasa con nuestros derechos humanos? Tanto quilombo se hace por la década del 70, pero todavía hoy nos siguen matando y nadie dice nada, porque claro, es una sensación. Si seguimos anteponiendo el pasado, nos va a pasar por encima. No hablo de olvidar, hablo de vivir el presente recordando el pasado.