viernes, 30 de abril de 2010

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Todavía tengo las canilleras de hockey puestas, pero estoy cansada y no tengo ganas de sacármelas. Todavía tengo tarea para hacer, sí, ya sé que es viernes. Estoy cansada y no tengo ganas de hacerla.
Todavía no comí, pero realmente no tengo ganas de comer nada.
Todavía no termino, y por más que quiera no voy a terminar, es algo eterno, eterno para mí. Porque lo eterno es bastante relativo. ¿Quién sabe qué es eso? ¿Quién sabe si existe? Me cago en la eternidad y en todos sus derivados. Me cago en las ganas. Me cago en la gente. Fóbica social me dice mamá, yo me quedo con "la gente me cae mal". No es que no pueda comunicarme con la gente, es que no me interesa comunicarme con las personas que me caen mal, que es la mayoría. Exigente, dice papá, esperás mucho de la gente. Sí, eso es bastante más cercano. Nadie es perfecto, eso es lo que no termino de entender, no puedo aceptar un error mío ni de nadie. Lejos estamos de la perfección.

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