Siendo que mi pequeño hermanito ya no cree en Papa Noel, este año decidimos poner los regalos abajo del arbolito desde antes de la cena. El pibe no creerá más y todo lo que quieras, pero no pensamos en la tentación que sería para el niño ver todos los paquetes y no poder abrirlos hasta las doce.
A raíz de esta situación, el pibe rompió las pelotas durante toda la cena para abrir sus regalos. Mi viejo contestaba siempre lo mismo: a las doce. Mi hermanito, muy inteligente y aplicando toda la filosofía aprendida en sus míseros diez años de vida, dijo: el tiempo no existe, es un invento del hombre.
Acto seguido todos nos cagamos de risa.
Moraleja: cuánto más sabio seas, más se te cagan de risa.
Moraleja II: no pongas los regalos a la vista de un niño durante muchas horas porque no vas a poder cenar en paz.